Porque yo crecí con una sinécdoque entre mis labios. Era tan sencilla que traerla aquí me da un poco de vergüenza. Fue la primera sinécdoque que conocí, y era tan sabrosa, y me sentaba tan bien después de cenar… Mamá, ¿me traes un danone? En realidad lo que quería era un yogur; Yoplait ya había perdido la batalla. Hasta hoy.
Hoy vamos de sinécdoques.
Escribía Miriam Álvarez en Tipos de escrito II: Exposición y argumentación que incluir ejemplos en un texto permite dotarlo de momentos descriptivos eficaces. Hacerlo así suponía activar la persuasión en el lector. Para ilustrar esta afirmación recurre a un texto de Todorov donde este compara la sinécdoque con la metáfora y la metonimia:

Tan persuasiva ha sido Miriam que durante esta mañana de domingo he estado entretenido capturando en Evernote las definiciones que he encontrado de sinécdoque en los libros que tengo en casa. Las mañanas de domingo sirven para estos ocios:





No contento con esta colección he recordado el magnífico archivo de la RAE. Así que me he entretenido en buscar en el Fichero General de la Real Academia Española el término sinécdoque. ¡Hasta me he encontrado la opinión de Unamuno!
Ha sido una mañana provechosa. Si llegas hasta el final del post te prometo que nunca olvidarás qué es una sinécdoque.







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