Elogio del silencio, de Anselm Grün, es un libro que he leído dos veces. Durante la segunda lectura tomé algunas notas. Me desprendo de cualquier pudor y las expongo con el fin de que animes a leer este librito. Es un libro corto y puede hacerte mucho bien mental. De hecho, su tema, es el silencio, que fue, por ejemplo para Sören Kierkegaard, un remedio para su males interiores.
Aprovecho que escribo sobre el silencio y que recomiendo este libro para confirmar aquí que como algunos habrán comprobado, ando quieto y silencioso en las redes sociales que frecuentaba. No hay duda de que lo estoy consiguiendo: estoy despegándome de ellas. ¿Quién no lo necesita? Empecé desinstalando Twitter e Instagram. La mayor parte de la semana apenas las consulto. Cuando necesito buscar algún dato, saber de algún usuario o marca, lo hago vía web. Es una decisión, claro. De hecho, antes de que acabe el verano quiero quitarme de alguna, borrarme, pero no creo que lo consiga, aunque como dice Sylvain Tesson en La vida simple (empecé a leerlo ayer), hay que perder el hábito de las viejas necesidades.
Lo digo en serio: no creo que lo consiga, aunque sí tengo claro que podría conseguirlo utilizando el silencio de la forma en que se ilustra en este libro. Permanecer en las redes sociales es como no tener puerta en tu casa. Te mantiene en tal estado de dispersión… Eso de que entre y salga quien quiera cuando quiera y con quien quiera de tu cabeza e imaginación es desagradable. No obstante, es evidente que hay personas que saben controlar y regularse muy bien, incluso son muy tolerantes a que otros estén continuamente arrojándoles sus ocurrencias y actividades, sus logros y devaneos, sus “mira cómo gasto mi tiempo”. La locuacidad del participante en redes sociales es tan extrema que en realidad se parece, como dice Grün, a un trono de la vanidosa avidez de notoriedad, en el que uno se sienta para administrar justicia sobre sí mismo y darse a conocer al mundo a bombo y platillo. Bueno, esto no lo dice Grün, sino Juan Clímaco, como acabo de comprobar en las notas.
Si el silencio es el resultado del triunfo sobre los vicios y si consideramos que las redes sociales mal utilizadas son un vicio, hay que lograr que el silencio nos llegue, o que la calma no sea quebrantada por tanta red social. Y que consiga vencerlas, o al menos, someterlas.
Grün apunta en las páginas del libro que “la calma es la única que permite aclarar el agua turbia”. Sabemos con qué se corresponde ese agua turbia, o ese torrente de información y estímulos que recibimos nada más abrir Twitter e Instagram. El otro día, después de una semana sin tenerlos instalados en el móvil, ni consultarlos durante ese tiempo, necesité entrar para consultar un dato. Aquello me produjo tal impacto, que me pareció una estridente granizada de información de pedrisco duro y grande, una información que ni había pedido y que me pareció ridícula por todos los cacareos que leía. Todos habían ido a hablar de su libro. Cerré la aplicación antes de que me rompiesen el cristal y mi calma.
Estas entradas veraniegas no quiero que sobrepasen las 500 palabras por lo que estás en el ultimo párrafo. Antes de irme señalo que el libro lo escribe un monje benedictino. También recuerdo que lo compré en la librería del monasterio de Silos. No te asustes. Ahora sí, disfruta de las notas (excepcionalmente puedes descargarte todas las notas que saqué de este libro en pdf):


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