Libros que ocuparon mi seso en 2020 (I)

Mientras un escritor no pase de moda no sabemos si tiene talento.
Nicolás Gómez Dávila en Escolios.

Con el tiempo he dejado de entender el sentido de las listas de libros que muchos medios publican en diciembre. En todo caso, si has leído, deberías nombrar todos los libros leídos porque para eso existen las reseñas y la crítica de libros, para que disciernas si un libro merece o no merece la pena leerlo. Y leído, lo nombres como uno de los libros del año. Por tanto, cuando has decidido leer, como ente inteligente que eres, sobreentendemos que ese libro era bueno. Para ti, claro. Si vas a emplear equis horas en la lectura de un libro, te habrás convencido antes con argumentos literarios, sobre todo, de que ese libro merecía la pena leerse. Por lo menos si te dices que sí, deberás demostrar después, o enseñar mejor, la marca que en algún sitio de tu seso e imaginación ha dejado ese libro. No hay tiempo que perder, y menos para leer libros malos porque digan lo que digan los de la quinta de la emoción, ¡sí, hay libros muy malos!

Yo, señor, por ese motivo, estos días, y debido a que he conseguido apuntar durante todos los meses de esta mierda de año, no solo los libros que he leído, sino los que han entrado en mi esfera de atención, voy a escribir desde hoy hasta que se acabe este pestoso y asqueroso año sobre los libros que he leído, usando, por qué no, el registro que usó Holden Caulfield en El guardián entre el centeno:

“Si realmente les interesa lo que voy a contarles, probablemente lo primero que querrán saber es dónde nací, y lo asquerosa que fue mi infancia, y qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y todas esas gilipolleces estilo David Copperfield, pero si quieren saber la verdad no tengo ganas de hablar de eso”.

Bueno, en inglés, como diría mi hija, suena mejor:

“If you really want to hear about it, the first thing you´ll probably want to know is where I was born, and what my lousy childhook was like, and how my parents were occupied and all before they had me, and all that David Copperfield kind of crap, but I don´t feel like going into it, if you want to know the truth.

Así que ahora, si realmente les interesa lo que voy a contarles, no se pierdan esta serie de entradas con las que me gustaría acabar el año. Escribiré sobre los libros que han sido importantes para mí en 2020, y que he leído, claro, o que he apuntado para leérmelos algún día porque los consideraba interesantes. Quizás les descubra el libro que podría cambiar su vida. Pero les voy a ser sincero, antes de nada: cualquier lista de libros que lean ahora por ahí es una mierda. ¿Cómo puede alguien elegir entre ytantosmil, diez, treinta o cincuenta “mejores libros de 2020”? ¿Son ustedes inteligentes? Escribe una lista, escribe una lista sobre los libros que te has leído, pero no me digas que son los mejores de 2020. Eso no, por Dios. Porque especificar “mejores” es enseñar el plumero, y hasta el culo: intereses creados. Como si en este país solo publicasen libros las editoriales de siempre. Pues no hay por ahí caviar ni na. Por eso les advierto: no se abrumen si no han leído los libros que han ofrecido las listas de las revistas culturales de este país, o las listas confeccionadas por los fulanos literarios o, menos aún, por las listas de los tres suplementos culturales de España. Ustedes léanlas, incluso anoten alguna referencia, pero descubran por su cuenta y riesgo cuáles son sus libros de 2020. Libros de 2020 que pueden haber sido editados en 1936 o en 2019. Y si no, fíjense en el fenómeno Chaves Nogales. ¿Este libro de qué año es? ¿Libros de 2020 son solo los libros escritos en 2020? Puertas al campo no, por favor. Lean, escriban su lista y publíquenla en algún sitio, incluso en la puerta de una iglesia. Será una lista válida. Hoy, hasta esa lista será válida.

Algunos se quejarán de eso, de que hoy todo el mundo opina sobre libros, o escribe sobre libros, pero ¿y qué? ¿No es importante distinguir que quien lo hace bien porque lee, y lee mucho y bien, lee sin la presión del pecunio o del interés de Andrés se merece nuestra atención? Si quien te recomienda un libro es un lector forjado en el calor de las horas y de las páginas de lectura, no dudaría en anotar lo que te insinúe. Independientemente de que trabaje para algún suplemento literario o no. Apunta el libro, lee alguna reseña en algún país extraño, vete a su ficha editorial, pero huye de lo main y de lo stream porque ustedes no saben el asco y la pringue que suelta lo main y lo stream. Conforma mentes que se creen de repente inteligentes y con desdén, te miran como supremacistas culturales que son. Sé un lector curioso, atiende a tus intereses literarios, sobre todo, no a los de los demás, busca la razón literaria, la res literaria y por qué no, sé clasista con los libros con los que vas a alimentar tu imaginación y sabiduría, aunque te tilden de rarito. Lee la calidad que se desprende, por ejemplo, de muchas editoriales independientes.

Y me voy ya no sin antes escribir que la mayoría de las listas que he leído ignoran a las editoriales que editan con oficio. Editoriales que continúan discriminadas por los suplementos literarios y revistas, o que las sacan de refilón. Da una pena… En esos suplementos siguen apareciendo las editoriales de siempre, las aburridísimas editoriales de siempre con los mismos autores de siempre. Por esa razón hay que invertir, en su doble sentido, esas listas y descubrir lo que hacen otras editoriales. Pero para eso necesitamos lectores que lean en esas otras editoriales, que son nuevos manantiales con un agua, si cabe, más pura y vanguardista. Si no leemos en otras editoriales, no te surgirán otros paraísos literarios. Y digo que existen. Hay que abandonar a los grandes grupos igual que hay que abandonar, dicen, a Amazon. El mismo daño hace Amazon al sector editorial –eso dicen ellos— que la constante aparición de los sellos de siempre en las revistas y suplementos de siempre. Pero nadie quiere abrir ese melón. Hay que volcarse en la labor que hacen otras editoriales. Hay que ayudar a esos otros y verdaderos editores independientes. Porque el asunto alcanza unos niveles de vómito y aburrimiento; hasta empieza a ser normal, por ejemplo, que te encuentres la reseña literaria de un libro escrito por una periodista literaria en las páginas del suplemento donde la periodista y el compañero crítico trabajan; está la que ha escrito el libro y el que le ha escrito la reseña. El colmo. El desvergonzado aparataje mamporreril.

Por eso hay que cambiar la tendencia. Todo el mundo debería escribir sobre los libros que lee y le han parecido buenos, pero sobre todo de los libros que han impreso alguna marca indeleble en tu seso y en tu imaginación. Debería ser obligatorio escribir sobre los libros que te lees, ofreciendo argumentos literarios, temáticos, de trama y ocasión, de estilo y género porque son tantos y tantos los matices que pueden ofrecer los libros que, la lectura de esa recomendación, podría arreglarte un día, incluso una vida.

Lo escrito. A partir de mañana escribiré aquí y hasta final de 2020 mis comentarios sobre los libros a los que les metí la mano y el seso. No han sido tantos, pero bueno, incluso así, he levantado faldas.


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