Cómo redescubrí para qué sirve leer

Hace unos meses, en septiembre concretamente, leí Pensativos, de Zena Hitz. Dos meses después, en noviembre, escribí esta reseña de 1800 palabras. Supongo que, como hacía frío, me encerraría en mi habitación y me puse a escribir. Tengo anotado que leí el libro en nueve horas y calculo que escribiría la reseña, a partir de las notas que tomé, en una hora o dos. Lo normal. Partía, al escribirla, de un hecho que le ocurrió a la escritora: lavar los platos le cambió la vida.

Hace unos días Helena Farré entrevistó a Zena Hitz en su pódcast de literatura «Una pregunta, literal». Estoy suscrito a él vía Spotify. En mis idas y venidas al instituto me ilustro con pódcast de los que, por cierto, debería escribir algún día. Los de literatura son tres o cuatro. Muy singulares, eso sí. Ahora te presento el capítulo de «Una pregunta, literal» al que me voy a referir hoy:

¿Por qué debería alguien hoy elegir leer si tiene a un clic de distancia contenido y entretenimiento muy inmersivo? ¿Cuál es el poder de la lectura? ¿Cuáles son sus beneficios?

Esas son las preguntas que formula le Helena Farré a Zena Hitz en el minuto 3′ 15″ quizá las hayamos escuchado en más de una ocasión. Del mismo modo, también habremos tolerado las tópicas respuestas a las mismas.

Ahora me interesan las respuestas que dio Hitz a esas preguntas. Fueron inteligentes. Lucían de otra manera. Me interesaban, entre otras razones, porque como profesor de Lengua y Literatura tengo que persuadir y convencer todos los años a mis alumnos para que encuentren razones para leer. Las respuestas de Hitz son brillantes y nada tópicas. Por ese motivo las traigo aquí. Las quiero disponibles en el blog a golpe de clic. Alguna vez me servirán para refrescar mi memoria cuando trate de convencer a mis alumnos: leerse solo un libro al trimestre es de pobres, de muy pobres.

Lo primero que dice Zena Hitz es que la lectura no solo es distracción. Ese no es el único fin de la lectura porque la lectura es, ante todo, una forma de explorar el mundo. No solo nos encontramos con el autor, sino con las personas que el autor elige para su obra. Cada autor tiene una determinada forma de ver el mundo y esa manera de verlo nos puede servir como lectores para encontrar esa pieza que nos falta para ser más humanos. Cada libro ofrece una pieza para completar, de algún modo, lo que significa ser un ser humano. Esto es brillante.

Como dice la autora puedes, cómo no, decantarte por Netflix y dejarte llevar por el contenido inmersivo y absorbente, pero si quieres crecer y convertirte en una persona más rica, más profunda y con una vida interior plena, dotando a tu mente con algo que merezca la pena y que esté acorde a tu condición humana, lee.

La lectura nos proporciona recursos que vamos acumulando dentro de nosotros para que, si la vida nos trae un mal giro, los podamos utilizar como solución y guía para reorientar nuestra vida.

Los buenos libros no solo nos hacen mejores, sino más felices, más ricos, más resistentes y más sabios. Leer un libro a secas no te va a hacer que seas un superhombre, que seas el tipo más amable y más generoso o más inteligente del planeta, pero sí te dará recursos para pensar, reflexionar y contemplar, para salir de donde no quieras estar.

Muchas veces, preguntarte para qué leer o por qué leer no tiene sentido. Es como si alguien te pregunta por qué escuchas música o por qué contemplas un Velázquez o un Picasso. Lo haces en realidad, explica Zena Hitz, porque es parte de nuestra vida como seres humanos. Hacerlo nos otorga una forma de vivir más plena.

IG: @jingzhiyong

No me voy sin recomendarte la lectura de Pensativos. Entre otros motivos porque aconseja que no es conveniente organizar la vida en torno a objetivos instrumentales. Hacerlo supondría que nuestras acciones y nuestras vidas estarían vacías. La autora también te ofrece aldabonazos como este, donde denuncia que «si trabajas para ganar dinero, gastas el dinero en las necesidades básicas del día a día y organizas tu vida en torno al trabajo, entonces tu vida es una espiral inútil de trabajar por trabajar. Te pone este ejemplo: «Es como comprar helado, venderlo inmediatamente para conseguir dinero en efectivo y luego gastar las ganancias en helado (que se vende una vez más… y así sucesivamente. No es menos trágico que trabajar por dinero y que te caiga encima un yunque cuando vas a cobrar el cheque por los servicios brindados. Las actividades no valen la pena a menos que culminen en algo satisfactorio. Por esa razón Aristóteles decía que debe haber algo más allá del trabajo, el ocio, por el cual trabajamos y sin el cual nuestro trabajo es en vano. El ocio no es nuevamente recreación, que podríamos emprender en aras del trabajo, para relajarnos o descansar antes de emprender una nueva tarea. El ocio se trata más bien de una recámara interior cuyo buen empleo podría contar como la culminación de todos nuestros esfuerzos, para Aristóteles, solo la contemplación, la actividad de ver, comprender y saborear el mundo tal y como es, podría considerarse el uso y final satisfactorio del ocio».

Lee.


Descubre más desde soporto tropos

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.