Hay dos clases de novelas largas

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Registro del tiempo de lectura de ‘Poderes terrenales’.

He dedicado medio mes a esta maravilla literaria de mil páginas: Poderes terrenales, de Anthony Burgess. El Aleph Editores, 2008. 1000 páginas. Acabo de añadirla a la página ‘Libros leídos en 2025’. Me ha llevado leerlo 19 horas. Las computé. Tengo los registros en el cuaderno como prueba, que adjunto en la fotografía del margen. Lo leí porque antes leí la reseña que escribe Martin Amis en La guerra contra el cliché. Escritos sobre literatura (Anagrama, 2006). Me persuadió. Después comprobé si estaba en la Biblioteca Pública de Jaén y me lancé a por él. En el mercado de segunda mano roza los cincuenta euros. Qué satisfacción me ha producido haberlo leído. Amis la exalta, aunque trata de ser objetivo dentro de la subjetividad que encierra cualquier crítica. La reseña comienza con una advertencia:

«Hay dos clases de novelas largas. Las de la primera son novelas cortas que se alargan mucho, y a ella pertenece la mayor parte de la producción de este género, sobre todo, en los Estados Unidos, donde es habitual tener que talar bosques enteros a fin de que los escritores puedan publicar sus obras de espionaje, misterio, aventuras espaciales, crónicas familiares y un largo etcétera. Las novelas largas de la segunda clase, en cambio, lo son por necesidad, a causa de las complejas demandas que plantean tanto a sus autores como a sus lectores. Poderes terrenales es una novela larga de la segunda clase, lo cual la hace doblemente notable».

Después, en el último párrafo Amis concluye que:

«Con todo, en cierto sentido, Poderes terrenales es una obra que pertenece tanto a Toomey como a Burgess. Constituye un logro considerable por la amplitud y la complejidad de su propósito y el esfuerzo maravillosamente sostenido con el que se lleva a cabo, y está llena de melancólica benevolencia por el mundo errante que recrea. Es inevitable que, como género literario, la novela larga tenga fallos y no acabe de lograr del todo lo que se propone, y este libro muestra numerosos puntos débiles, más o menos ocultos por su bulliciosa superficie verbal. Pero, a pesar de sus limitaciones humanas, muestra que su autor ha llegado a la cúspide de sus propios poderes terrenales».

La reseña de Amis fue publicada en diciembre de 1980 en el New York Times Book Reviews. Qué frescas resultan estas palabras hoy, en septiembre de 2025. Porque es buena literatura y porque sobre ese substrato, qué magnífica crítica literaria hace Amis. No hay más.


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