Me voy de Substack por segunda vez

El martes 31 de diciembre había escrito lo que sigue en Substack, pero he cambiado de opinión. Sigo aquí. Voy a seguir aquí. En realidad, Substack ofrece lo mismo que ofrece WordPress, pero más ligerito y muy enfocado a que el destinatario final lea, en su bandeja de correo electrónico, lo que habías escrito. WordPress puede hacerlo también. Pero percibo que algo se ha pervertido en Substack desde que entré por última vez, y es que ha dado un pasito más para convertirse en una mezcla entre Twitter y WordPress, es decir, otra red social a la que no voy a destinar ni una mega más de ram mental. Estoy saturado.

Eso sí, lo bueno que tiene Substack es que su curva de aprendizaje solo demanda dos dedos de frente, y a mí, ni eso. Entendedme, llevo diez años en WordPress y existe callo digital. Sí, se lo debo a WordPress, cuya curva de aprendizaje es mucho más abrupta y dura, y ahuyenta -lo entiendo- a cualquier usuario potencial.

En definitiva, lo reconozco: he cambiado de opinión, pero en asuntos tan banales como decidir si seguir en Substack o permanecer en WordPress no me importa cambiar de opinión: sigo en WordPress.

A continuación transcribo el texto que escribí. En él dejé intuir un programa de lectura que, evidentemente, trasladaré aquí en una nueva categoría denominada «Cómo ser culto». Apúntate.

EL TEXTO QUE FUE EN SUBSTACK:

Abro Substack por segunda vez. (…).

Mi mujer lleva tres horas sentada trabajando sobre un óleo que tiene en el caballete. Mi hijo y yo (yo escribiendo estas letras) estamos, mientras, viendo El señor de los anillos. Las dos torres; y mi hija, día 30 y con veintiún años, está de cena con las amigas de su promoción. Estos datos no vienen al caso, pero quería contextualizar el enunciado que he escrito más arriba: «lleva tres horas sentada trabajando un óleo». Ella aún soporta a sus pinceles, óleos y acrílicos, se lleva bien con ellos, es capaz de mantener su trasero tres horas en una silla para dibujar y obtener resultados tan excelentes como el que te enseño:

Puedes ver el resto de sus trabajos aquí, por si te pica la curiosidad: @rosamariaka74

Pero no me distraigo. Donde quiero llegar es a la reflexión de que no hay resultados sin trabajo continuado, insistente, persistente y tenaz, incluso si estás escribiendo mientras ves una película como El señor de los anillos.

Con la escritura y lectura sucede lo mismo. Lo hablábamos el otro día. Ella obtiene resultados con el óleo espectaculares después de estar sentada frente al lienzo diez, veinte, treinta horas. No existe otro camino. Por eso, para escribir y leer es necesario el tiempo extendido, prolongado. Y no solo para leer de manera seria textos clásicos, canónicos o simplemente sabrosos, sino para escribir sobre ellos a partir de lo que informan y nos enseñan. Es con este material con el que reflexionamos para al final, escribir y escribir sobre ellos: unas reflexiones, unas citas, una opinión que te ha costado expresar por escrito. Eso es la escritura; sin tiempo no es nada.

Pero me estoy liando y quizá, mezclando demasiados asuntos. Vamos a coser.

Lo que sí es verdad es que durante los últimos meses me rondaba en la cabeza la posibilidad de regresar a Substack. Y aquí estoy. Pero he de confesar que quien ha colmado la decisión ha sido un librito de 523 páginas que leí en dos sentadas durante los primeros días de Navidad. He sido ávido y voraz, lo reconozco, pero allí donde se ofrezca un buen método y una buena lista de libros significativos para leer, allí me tendrán. Y este libro tiene, pienso, suficiente mecha, para mantener mucha escritura en el tiempo.

Así que, entre que (…) y yo que necesitaba un cambio de aires y un sitio para publicar de vez en cuando, he optado por reabrir este sitio en Substack titulándolo de la manera más común posible: Las cosas más ordinarias. El título lo dice todo. Daré cabida, cómo no, a textos de diversa naturaleza, pero no engaño a nadie si adelanto que predominarán los textos referidos a la buena literatura, o a lo que yo considero buena literatura.

Y no, no he olvidado el librito de 523 páginas que ha provocado que estés leyendo estas letras. De hecho, tiene o tendrá sección propia dentro de esta lista de correo. Lleva el mismo título que el libro con el que voy a alimentar dicha sección: Cómo ser culto. La educación clásica que nunca recibiste, de Susan Wise (curioso apellido, «sabia», para alguien que escribe un libro sobre cultura y sabiduría) Bauer. Ella se ha convertido, en una sola semana de Navidad, en una adalid cultural. Ese libro es fruto de un trabajo sostenido como el que realiza un pintor sobre un óleo. Y de eso voy a hablar: de escritura, de literatura, de reflexiones y opiniones en torno a las sugerencias que me haga la ficción. Pero poco a poco…

Te irás enterando de más cosas ordinarias si te suscribes, claro. Va a ser una experiencia.

Ahora solo te deseo que pases una feliz Nochevieja y que el 2025 venga próspero, muy próspero de verdad.

Nos leemos.

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Un comentario en “Me voy de Substack por segunda vez

  1. ¡Qué extraordinaria sinceridad! Estoy totalmente de acuerdo contigo. Y mira que llevaba publicando más de un año y medio en Substack. Ya estoy de regreso también en WordPress. Y no creo que mi felicitación se trate de la clásica búsqueda de validación frente al mismo acto realizado. Cuando exhibes el hermoso cuadro de tu esposa, uno puede sentir la concentración dedicada. Y eso es lo que, en tus analogías, estoy de acuerdo que se empieza a perder en Substack y todavía se puede conservar acá en WordPress. Quizá para los creadores de contenido como nosotros, nos encandiló la sencillez de aquel. Pero creo que valdrá la pena esforzarse en la complejidad de WordPress. Gracias por reflexionar como lo hiciste y compartir.

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